Según David Mamet, «el actor no necesita "convertirse" en el personaje. [...] No hay personaje. Solo hay unas frases en una hoja. Hay líneas de diálogo que deben ser dichas por el actor. Cuando sencillamente las dice, en un intento de conseguir el objetivo más o menos sugerido por el autor, el público se hace la ilusión de un personaje sobre el escenario».
Y yo creo que, más allá de lo que esto implica para el actor y su método de trabajo, se trata de un gran punto de partida para la discusión de si es posible traducir el texto llamado dramático con pleno potencial de lectura, sin limitar su posibilidad de articulación en el espectáculo teatral. Algo que, en mi opinión, dicho sea de paso, es completamente factible.
Si, como decía el dramaturgo y director Neil Bartlett, la fidelidad está en respetar el espíritu y la letra si es posible; pero, si no, al menos el espíritu; y que eso, en el teatro, se reduce a que la obra guste al público, que se vendan entradas y se llene el patio de butacas; ¿qué destrezas necesita un traductor teatral para ser fiel? ¿Cómo conservar el espíritu de Shakespeare? ¿Cuándo dejar de lado la letra de Yasmina Reza? ¿Cómo llenar un teatro con una traducción de Goldoni?
El objetivo de este taller es reflexionar sobre las particularidades de la traducción teatral para llegar a conclusiones que permitan la planificación del trabajo de traducción y la búsqueda de soluciones a los retos específicos de este tipo de textos frente a los de otros géneros literarios, distinguiéndolos, asimismo, de las traducciones subordinadas, en ocasiones, tan similares.
Está dirigido a profesionales de la traducción y estudiantes interesados en la traducción de teatro. Se podrá trabajar sobre textos del inglés, el alemán, el italiano y el francés.
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