Los numerosos conversos portugueses que llegaban al Perú en los primeros decenios del siglo XVII huyendo de la Inquisición e intentando progresar en la vida, como Francisco de Acevedo, intentaban «arrimarse a poderosos». De esa forma, el riquísimo mercader Manuel Bautista Pérez, el «capitán grande», logró desarrollar un discreto mesianismo, la así llamada «conspiración grande», gracias a la llegada de conversos más «leídos». Su casa se
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